100 JARDINES ENCENDIDOS: DOUGLAS MENDOZA.
A inicios de 2025 miles de hectáreas de páramos se prendieron en fuego extinguiendo la vida que producían las reservas de agua de los frailejones y condenando el territorio aledaño a una agonía de la cual será difícil recuperarse. El calentamiento global tocó nuestras realidades: nos enfrentó a una sequía, nos llevó a un incierto racionamiento y así pudimos contemplar el ciclo completo del efecto causado por la humanidad sobre el medioambiente, y que retorna mostrándonos una lección incontrovertible: que la afectación al ecosistema se revierte en aquel que la causa.
Douglas Mendoza (Cañaverales, La Guajira, 1973) perseguidor inconsciente de tonos y superposiciones de manchas en todo lo que contempla, se encontró por azar con los frailejones encendidos y no tuvo más opción que concentrar su energía en capturar la superficie negra incinerada, el hollín y los destellos del fuego detrás de capas de humo. La flora recurrente que revisa en sus pinturas dio paso a una indignación que debía ser registrada, y al menos poéticamente resarcida. Pintar se convirtió en contrarrestar la destrucción, en sembrar con color jardines floridos que remplazaran los terrenos inertes, una Expedición Botánica personal que llenara tantas hectáreas como las perdidas en los incendios. Pronto la gama de colores encendidos de una pintura marcó el inicio de otra, y sin premeditación se fueron tornando en una especie de amplio horizonte, en una serie. Luego la paleta fue progresivamente dándole paso a nuevos colores y sin pedirle permiso a su autor fue creando dentro de la serie otra serie. La pintura de un jardín se había salido de control y obedecía a sus propias normas, generaba nuevas floras, sugería ejes y núcleos de diversas gamas. Como en el patío de los abuelos de sus recuerdos de infancia, nacieron en color jardines de orquídeas, de flor de Inírida, hortensias, flores de la Macuira, arrebatamachos y flores de Perijá.
Es por esa botánica que surge de los recuerdos y nostalgias de la Guajira y de la costa Caribe que el curador canadiense Donald Brackett describió la pintura de Mendoza como Heartscapes en vez de Landscapes. Paisajes de la emoción mas que de la observación. Abstractos tan solo en apariencia, los jardines y las flores dan pistas de su identidad en medio de trazos y gestos que sugieren aquí o allá una hoja o un pétalo. Con un ejercicio poético y virtuoso de colorista Douglas Mendoza le da vida a través de la pintura a toda una flora de la emoción que surge de una desastrosa emergencia, para que el fuego abrazador en medio del bosque sea un destello de color encendido pero nunca una amenaza contra la vida.
Christian Padilla
Curador, escritor e historiador de arte